Llegada la hora fatal, entonan todos los presos de la cárcel, compañeros de destino del sentenciado, una salve en un compás monótono, y que contrasta con las jácaras y coplas populares, inmorales e irreligiosas, que momentos antes componían. El que hoy canta es a salve se la oirá cantar mañana.
Enseguida, la cofradía dicha de la Paz y Caridad recibe al reo, que, vestido de una túnica y bonete amarillos, es trasladado atado de pies y manos sobre un animal, que sin duda por ser el más útil y paciente es el más despreciado; y la marcha fúnebre comienza.
Un pueblo entero obstruye las calles del tránsito. as ventanas y balcones están coronadas de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre.
-¿Qué espera esa multitud?-diría un extranjero que desconociese las costumbres- ¿Es un rey el que va a pasar, ese ser coronado que es todo un espectáculo para el pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública festividad? ¿Qué curiosea esta nación?
Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre.
Numerosos piquetes de infantería y caballería esperan en torno al patíbulo.
¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace, por cierto, el elogio de la sociedad y del hombre.
Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo… as cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me ponen delante que ha llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado a la sociedad, iba a ser muerto por ella; si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: doce y diez minutos; el hombre vivía aún.
De allí a un momento, una lúgubre campanada de San Millán, semejante al estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela. El hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. “ a sociedad, exclamé, estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre”.
LARRA
Tras leer el texto, responde a las siguientes preguntas:
1.- ¿Qué quiere decir el autor con “El que hoy canta esa salve se la oirá cantar mañana.”?
2.- Con las siguientes palabras “es trasladado atado de pies y manos sobre un animal, que
sin duda por ser el más útil y paciente es el más despreciado” se refiere a un asno.
¿Qué quiere decir arra con “por ser el más útil y paciente es el más despreciado”?
3.-“ os espectadores se pisan, se apiñan y se agrupan”…”devorar”… ¿Qué pretende
resaltar el autor agrupando tres verbos seguidos y más adelante usando el verbo “devorar”?
4.- “¿Qué espera esa multitud?”, ¿por qué esa frase la diría un extranjero?
5.- Explica la frase: “Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre”. ¿Por qué repite
la palabra “hombre”?
6.- Comenta la frase: “Siempre bayonetas en todas partes”.
7.- Explica la frase: “Si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien
matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos”.
8.- arra elude la descripción de la ejecución, ¿cómo lo hace? ¿Por qué crees tú que no la
describe?
9.- Comenta la frase final: “ a sociedad estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre.”
10.- Resumen del texto.
11.- Tema tratado y opinión del autor al respecto.
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