MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO: “NOCHE OSCURA DEL ALMA” de San Juan de la Cruz.
Tema:
El poeta expresa la búsqueda y la
unión con Dios a través de una alegoría del amor carnal, en la que la amada es
el alma y el Amado es Dios.
Resumen:
En una noche oscura la amada
logra salir de su casa tranquila sin que nadie se dé cuenta. A pesar de la
oscuridad de la noche, su ardiente amor la lleva a encontrar a su amado.
Alaba la noche en la que se
juntaron y se amaron hasta que terminaron dormidos uno abrazado al otro.
Como se trata de una alegoría, cabría
otra interpretación: el alma, desprendida de los bienes materiales, va en busca
de Dios guiada por su fe. Al final lo encuentra y se produce el éxtasis
místico, la unión con la divinidad.
Estructura externa:
Ocho liras. Cada lira presenta la
siguiente estructura: 7a, 11B, 7a, 7b, 11B.
Estructura interna:
1)
Dos primeras liras, que se corresponden con la vía
purgativa.
2)
Dos siguientes, vía iluminativa.
3)
Cuatro restantes, vía unitiva.
Comentario:
En la primera parte, el poeta nos
habla de una chica, muy enamorada (en
amores inflamada) que huye de su casa para quedar en secreto con su amado.
Para expresar esta emoción, se
sirve de una serie de figuras retóricas, sobre todo los contrastes: contraste
entre la oscuridad de la noche y la luz (inflamada)
de su interior; contraste también entre la casa sosegada y la alegría interior
(la exclamación oh dichosa ventura).
La repetición del sonido “s” en la aliteración casa sosegada nos sugiere calma, tranquilidad.
En la segunda lira, volvemos a
observar un contraste entre a oscuras y
segura, con ello quiere resaltar que, a pesar de que está a oscuras, camina
segura.
En estas dos primeras estrofas
hay una serie de figuras de repetición como paralelismos (se repite el 3º y 5º
verso de cada estrofa) y anáforas (a
oscuras…), que contribuyen a dar unidad a esta primera parte, potencia la
musicalidad y sugiere una andadura lenta tanto del verso como de la amada en
pos del amado.
Si consideramos que se trata de
una alegoría, la amada sería el alma, la casa sosegada representaría los bienes
materiales de los que ya no tiene ninguna dependencia y puede abandonarlos; por
otro lado, la fe estaría representada por esos amores inflamados.
En la segunda parte, sigue
manteniendo el contraste entre la emoción anterior (noche dichosa, la repetición del sonido “ch” de la aliteración noche dichosa podría sugerir alegría) y el secreto (en secreto, que nadie me veía).
Solo la pasión amorosa (la que en el corazón ardía) la guía en
busca del amado y compara esa pasión con la luz cenital para destacar su
intensidad a través de un símil (más
cierto que la luz del mediodía).
El encuentro es secreto y, por
tanto, la amada ocultará el nombre del amado (quien yo bien me sabía) a través de una perífrasis o circunloquio.
En esta segunda parte la forma
verbal utilizada es el pretérito imperfecto para destacar la lentitud y sigilo
con que huye en la noche.
Como ya suponemos, en la
interpretación a lo divino, la pasión interior representaría la fe del alma.
Llegamos a la tercera parte,
correspondiente a la vía unitiva, y nos encontramos con la quinta lira que
representa el momento central del poema, la unión de amado con amada, su
fusión, el clímax, el éxtasis.
Para expresar este momento
culminante, la amada agradece a la noche el haberlos unido mediante una serie
de exclamaciones y anáforas (oh noche…),
recordemos la sugerencia del sonido “ch” (oh
noche, oh noche, oh noche). Expresa la unión usando un quiasmo (amado-amada, amada-amado), la estructura
simétrica pretende destacar la fusión de ambos cuerpos en uno solo, la amada se
funde en el amado y este en aquella.
No olvidemos que esta lira es una
exclamación desde el primer verso hasta el último. Antes nos habíamos
encontrado dos versos exclamativos, el 3º y el 8º, pero entonces esa alegría
estaba reprimida, oculta; ahora, en cambio, ya puede proclamar, gritar a los
cuatro vientos, su amor.
Claro está, en la interpretación
a lo divino, el acto sexual sería el éxtasis místico, la unión del alma con
Dios.
Las tres estrofas restantes,
representan la calma tras el amor, el relax “post coitum”. Por eso, dentro de
esta tercera parte se podría hacer una subdivisión: 5ª lira frente a las
restantes.
En la 6ª lira el poeta nos cuenta
cómo el amado se queda dormido sobre el pecho de la amada; con florido quiere decir que se trataba de
una mujer físicamente desarrollada y con el verso siguiente, que entero para él solo se guardaba,
resalta su virginidad, que había conservado solo para entregársela a él.
Entre tanto, ella lo acaricia y
ellos a su vez son acariciados por el viento (observemos otra metáfora: el
ventalle- abanico- de los cedros), reflejo del “locus amoenus” en el que se
encuentran. A su vez, el uso del pretérito imperfecto, regalaba-daba, confiere lentitud al poema, pues están en un momento
de relax. Esa lentitud está potenciada aún más por el polisíndeton (y yo le….. y el ventalle…). El
hipérbaton (aire daba) permite que daba
rime con regalaba (hay que notar que
las rimas verbales son fáciles y populares, rasgo propio de la poesía de S.
Juan).
En la lira 7ª, el aire sigue
refrescando a los amados reclinados uno junto al otro, ella le acaricia los cabellos
y él su cuello (la mano “serena” le hiere el cuello, en el sentido de herida
serena, tranquila, tierna…acordémonos del “tiernamente hieres”) y fruto de
ello, ella pierde el sentido.
Como en la estrofa anterior,
sigue predominando en esta el imperfecto para reforzar la lentitud del verso y
la calma del momento.
En la última estrofa, en cambio,
predominan los pretéritos indefinidos para destacar el final de la relación (cesó todo); con esta estrofa se pone fin
al poema y se pone fin a la relación amorosa entre ambos. Hay una rima interna
(quedéme y olvidéme) que refuerza la idea de calma absoluta, completo olvido de
toda preocupación, dormida en el prado entre las azucenas, de vuelta al locus
amoenus.
Obviamente, en la interpretación
a lo divino, las tres últimas estrofas supondrían la paz que provoca la unión
mística, el nirvana, la ataraxia, la suspensión absoluta de los sentidos. Según
esta interpretación las flores del “pecho
florido” y las azucenas del prado representarían las virtudes que ha ido
adquiriendo el alma por sí misma y gracias a la unión con Dios.
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