TEXTO 1 (Lazarillo)
Los sábados se comen en esta tierra cabezas de carnero
y me enviaba por una, que costaba tres maravedís.
Cocía la cabeza y comía los ojos y la lengua y el
cogote y sesos y la carne que en las quijadas tenía y me echaba todos los huesos roídos al plato,
diciendo:
- Toma, come y disfruta, que para ti es el mundo.
Mejor vida tienes que el Papa.
«¡Tal te la dé Dios!», decía yo en voz baja.
Al cabo de tres semanas que estuve con él me quedé tan
flaco que no me podía sostener sobre las piernas de pura hambre. Sentí que me
iba a la sepultura, si Dios y mi saber no me remediaran.
Cuando en misa estábamos, no se le escapaba ninguna
moneda de las que la gente daba, un ojo tenía en la
gente y el otro en mis manos. Acabado el ofertorio me
quitaba el cesto y lo ponía sobre el altar.
Nunca pude robarle una blanca todo el tiempo que con
él viví, o por mejor decir, morí. De la taberna nunca le traje una blanca de
vino porque el vino que le sobraba de la Iglesia lo metía en el arcón y lo
administraba de tal forma que le duraba toda la semana. Y por ocultar su gran
mezquindad, me decía:
- Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados
en su comer y beber y por esto yo no me desmando como otros.
Mas mentía falsamente, porque en las cofradías y
mortuorios que rezábamos, a costa ajena comía y bebía como un lobo.
Resumen
y comentario del texto anterior.
TEXTO 2 (“Cántico espiritual” de S. Juan de la Cruz)
35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado
do mana el
agua pura; (donde)
entremos más adentro en la espesura.
36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos
37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
38. El aspirar del aire,
el canto de la dulce Filomena, (ruiseñor)
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena
Comentario
del texto anterior
TEXTO3 (Quevedo)
No me aflige morir; no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.
Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo que amante espíritu ha ceñido;
desierto un corazón siempre encendido,
donde todo el Amor reinó hospedado.
Señas me da mi ardor de fuego eterno,
y de tan larga y congojosa historia
sólo será escritor mi llanto tierno.
Lisi, estáme diciendo la memoria
que, pues tu gloria la padezco infierno,
que llame al padecer tormentos, gloria.
Comentario
del texto anterior
TEXTO 4 (Calderón)
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Comentario
del texto anterior
TEXTO 5
(Calderón)
Aparece dado garrote en una silla don ÁLVARO
REY: Pues, ¿cómo así os atrevisteis?
CRESPO:
Vos habéis dicho que está
bien dada aquesta sentencia,
luego esto no está hecho mal.
REY:
¿El consejo no supiera
la sentencia ejecutar?
CRESPO:
Toda la justicia vuestra
es sólo un cuerpo no más;
si éste tiene muchas manos,
decid, ¿qué más se me da
matar con aquesta un hombre
que esta otra había de matar?
¿Y qué importa errar lo menos
quien acertó lo demás?
REY:
Pues ya que aquesto sea así,
¿por qué, como a capitán
y
caballero, no hicisteis
degollarle?
CRESPO: ¿Eso dudáis?
Señor, como los hidalgos
viven tan bien por acá,
el verdugo que tenemos
no ha aprendido a degollar;
y
ésa es querella del muerto,
que toca a su autoridad,
y
hasta que él mismo se queje,
no les toca a los demás.
REY:
Don Lope, aquesto ya es hecho,
bien dada la muerte está;
no importa errar lo menos
quien acertó lo demás.
Aquí no quede soldado
alguno, y haced marchar
con brevedad; que me importa
llegar presto a Portugal.
[A CRESPO]
Vos, por alcalde perpetuo
de aquesta villa os quedad.
CRESPO:
Sólo vos a la justicia
tanto supierais honrar.
Resumen
del texto anterior y análisis de los personajes.
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