lunes, 13 de noviembre de 2017

EL S. XVII EN ESPAÑA

  Diversos espacios exteriores e interiores son el escenario de la vida de los españoles del s. XVII.
  Fuera, la acción transcurre en los campos de batalla de toda Europa, donde los Tercios (1) consumen las energías, la vitalidad y los recursos económicos de los reinos de España, en una inevitable carrera que lleva a la derrota(2) y a la pérdida de la hegemonía política; y en las Indias de América, cuyos incalculables tesoros no alcanzan a sufragar los dispendios(3) de la guerra y la bancarrota económica.

  En el interior, el lujo, la ostentación y el dispendio de la Corte Real y sus organismos de gobierno atraen a multitud de pretendientes de las diversas escalas de la nobleza, a la busca de oficios(4) y privilegios reales que les permitan vivir y medrar sin participar en actividades industriales, económicas o financieras, consideradas ocupaciones viles. Este estamento de los privilegiados convive con la penuria, la miseria y la marginación de buena parte de la población urbana, que subsiste precariamente o se entrega a la picaresca y la delincuencia. Pero los dos sectores se mezclan y se confunden, muy barrocamente, una sensación de desaliento(5) y pesimismo, que alterna con la división en la plaza, en el paseo, en las fiestas populares, en las procesiones y romerías(6), en el corral de comedias(7).
  Entre tanto, en la España rural, las epidemias, las sequías(8), las malas cosechas, la sangría(9) de las levas(10) para nutrir a los ejércitos y la emigración a las ciudades, llevan a la despoblación y la desertización de amplias zonas de territorio.
  Ante esta situación, en la sociedad española se extiende una sensación de decadencia y que se advierte con pesimismo en la relajación de las costumbres.
  Además, la organización social y política se hace más rígida: la monarquía absoluta se consolida e impone su autoridad, persiguiendo la disidencia y la crítica; la nobleza aspira a mantener sus riquezas y privilegios y el pueblo llano sufre las consecuencias de las malas cosechas, la explotación señorial y las interminables guerras.
  En este ámbito triunfa el espíritu de la Contrarreforma, surgido del Concilio de Trento, que supone la vuelta a la religiosidad tradicional. Proliferan ahora los milagros, las leyendas y tradiciones piadosas, el culto a nuevos santos, la celebración de fiestas, procesiones y romerías de carácter religioso. Y en el arte y la literatura, junto a la mitología pagana, se busca la inspiración en la Biblia y en las tradiciones piadosas contemporáneas.
  Al tiempo, se radicalizan los problemas raciales y religiosos: se expulsa a los moriscos en 1609 y cualquier persona, sobre todo si se dedicaba a los negocios, demostraba curiosidad intelectual o criticaba la situación política y social, podía ser acusada de judaísmo. Para acceder a un cargo público o para ostentar un escudo(11) nobiliario había que someterse a un expediente de limpieza de sangre que probara su condición de cristiano viejo (12). De ello se ocupaba la Inquisición, que intensificaba su actividad para defender el orden social y religioso establecido.

1.- Asocia las palabras numeradas con los siguientes sinónimos o definiciones:
falta de ánimo
cristiano de toda la vida
vencimiento, fracaso
gasto excesivo
reclutamiento
blasón, escudo heráldico
tipo de teatro
extracción, hurto de una cosa
trabajos, ocupaciones
ejército
periodo sin lluvia
procesión a un santuario, fiesta

2.- Completa tras leer el texto anterior.

1. POLÍTICA EXTERIOR:
2. CLASES SOCIALES:
    -MONARQUÍA:
    -NOBLEZA:
    -LABRADORES:
3. ECONOMÍA:
4. RELIGIÓN:
5. DIFERENCIAS RACIALES:

UNA PROCESIÓN BARROCA
Salieron los Descalzos de San Gil, juntos, de la Orden de San Francisco; luego, los Mercedarios Descalzos de Santa Bárbara, los Agustinos Recoletos, los Cpauchinos y los Trinitarios Descalzos, con unas calaveras y cruces en las manos; otros con sacos y cilicios, sin capuchas, cubiertas las cabezas de ceniza, con coronas de abrojos, vertiendo sangre; otros con sogas y cadenas a los cuellos, y por los cuerpos; cruces a cuestas, grillos en los pies, hiriéndose los pechos con piedras, con mordazas y huesos de muertos en las bocas y todos rezando salmos. Así pasaron por la calle Mayor y volvieron a sus conventos con viaje de más de tres horas, que admiró la Corte y la dejó llena de ternura, lágrimas y devoción.
                                                                                                                                    León PINELO
                                                                                                                                “Anales de Madrid”

No hay comentarios:

Publicar un comentario