jueves, 24 de mayo de 2018

LA REGENTA



LA REGENTA, novela de Leopoldo Alas, “Clarín”, compuesta entre 1883 y 1885 y publicada en 1885.

Argumento: Ana Ozores es una bellísima mujer, llamada la Regenta por estar casada con el antiguo regente de la Audiencia de Vetusta, hombre mucho mayor que ella. Aquejada de dolencias nerviosas y problemas de conciencia, recibe el consejo de cambiar de confesor por quien lo había sido hasta ese momento, el canónigo Ripamilán.
Así, comienza a confesarse con don Fermín de Pas, magistral y provisor de la Catedral, sacerdote culto y ambicioso, que se precia de dominar la ciudad por dentro y por fuera. Ésta percibe la inclinación de don Fermín de Pas hacia ella, en la que se mezclan el orgullo por la posesión del alma más selecta de Vetusta y un inconfesado deseo amoroso. A la vez, Ana es asediada por don Álvaro Mesía, tenorio provinciano y banal. Estas tensiones agudizan su sentimiento de mujer incomprendida, a la que nadie ha querido nunca, ni siquiera en la infancia, que transcurrió triste, lejos de sus padres.
Su esposo, don Víctor, la quiere no como un verdadero marido, sino como un padre. Finalmente Ana, consumida por las envidias de una sociedad mezquina e hipócrita y víctima a su vez de su propio egoísmo, caerá en brazos de don Álvaro.
Su marido se entera y reta a don Álvaro, que le da muerte y huye a Madrid. La Regenta queda definitivamente sola, abandonada por una sociedad que la envidió y despreciada por don Fermín de Pas.
Temas. Influencias: El sencillo argumento permite al autor la disección de la verdadera protagonista de la obra: Vetusta, trasunto literario de la ciudad de Oviedo. Clarín la analiza con detenimiento minucioso -casi científico- a través de sus barrios - de la aristocrática Encimada hasta el barrio obrero, pasando por la colonia de los enriquecidos indianos-; de sus gentes, de todas las mentalidades y condiciones sociales -aristócratas, indianos, clérigos, obreros, señoritos desocupados-; de sus instituciones -el casino, los salones del marqués de Vegallana, los paseos, las celebraciones y fiestas. Todo ello constituye un amplio y vigoroso fresco de la sociedad española en una capital de provincias a finales del siglo XIX.
Esta visión desemboca en una crítica social que se centra en el tradicionalismo de la sociedad provinciana, en la hipocresía y en la frivolidad que son consecuencia de la desocupación; en la ignorancia, en la incultura, en el aburrimiento y la vaciedad de las vidas de los personajes. El planteamiento de Clarín resulta deprimente, pues apenas hay personajes de signo positivo que se salven de su crítica feroz.
En segundo lugar, y centrándose en el personaje principal, Clarín aborda el tema del adulterio, que preocupó mucho a los novelistas de la época -Galdós o Pardo Bazán, entre ellos-. A este respecto, la crítica ha señalado la relación de La Regenta con Madame Bovary, de Flaubert, y con El crimen del padre Amaro  y El primo Basilio de Eça de Quieroz.
Su tratamiento del adulterio enlaza con la tercera cuestión de la novela: la presencia del naturalismo. Sin caer en un determinismo absoluto, como proponía Zola, Clarín resalta la importancia de los factores hereditarios y ambientales en las conductas de don Fermín de Pas y, sobre todo, de Ana Ozores. Su adulterio se entiende por el novelista como la consecuencia lógica y casi inevitable de los factores educacionales, ambientales y biológicos sufridos por la protagonista, para quien el marco social y urbano en el que habita resulta opresivo y que no tiene a nadie en quien apoyarse afectivamente. Sus enfermedades nerviosas contribuyen también a su indefensión personal. En este sentido, la libertad de Ana Ozores, aunque no se niegue explícitamente, queda en entredicho. Respecto al naturalismo cabe añadir además la abundancia y la precisión de referencias médicas, que subrayan la importancia de lo fisiológico en el desarrollo de la pasión de Ana Ozores y que muestran la mentalidad cientificista del autor, acorde con la mencionada corriente literaria.
El último tema es el del sacerdote enamorado. Además de la posible influencia de O crime do padre Amaro, de Eça de Queiroz, en El diablo en Semana Santa, cuento del propio Clarín, ya aparecía una bella jueza que durante unos instantes excitaba los deseos amorosos del magistral de la Catedral. Por lo demás el tema ha de inscribirse, pese a las salvedades hechas por el propio Clarín, en la tradición anticlerical de parte de la cultura y de la novela de finales del siglo XIX.
Personajes: Ana Ozores es un personaje hipersensible, melancólico, insatisfecho, y, en el fondo, egoísta e inseguro. Así, en la religión busca tan sólo un refugio para su frustración personal, lo que vicia de raíz la supuesta espiritualidad del personaje. La pretendida grandeza de alma con que aparece adornada en algunas opiniones que sobre ella se vierten no se corresponde con su conducta real a lo largo de la obra.
A ella se refiere el título de la novela y tiene, por tanto, condición de protagonista. 
Don Fermín de Pas es hombre de una preparación intelectual superior. Ambicioso y soberbio, su falta de caridad y de autodominio le llevan a la corrupción y a la lujuria. Desde el punto de vista literario, es un personaje de gran interés por su vigorosa voluntad -gracias a la cual ejerce un dominio casi tiránico sobre Vetusta-, su persuasiva palabra, su inteligencia y su poderío físico, símbolo de su poder moral.
En don Fermín de Pas, como en tantos otros personajes de la novela -los sacerdotes fundamentalmente- puede observarse una visión deformada de lo religioso relacionada con el tosco anticlericalismo decimonónico presente en algunos novelistas de la época.
Ana y don Fermín son los dos únicos personajes cuya conciencia conoce el lector, gracias a los monólogos interiores. Tienen en común su inadaptación social y la falta de cariño experimentada durante la infancia e, incluso, durante el momento presente y el protagonismo social que paradójicamente tienen en Vetusta.
Don Víctor de Quintanar, el marido de Ana, es hombre amante de la caza y de la naturaleza. Entusiasta del teatro de Calderón de la Barca, resulta, sin embargo, una caricatura de los maridos celosos del honor conyugal: él mismo facilita inconscien- temente la amistad de su mujer con don Álvaro y, más adelante, durante el duelo, rehúsa matar a don Álvaro, lo que le lleva a perder su propia vida.
Don Álvaro Mesía es un don Juan provinciano, cuyo único afán es deslumbrar a sus paisanos. Estos le consideran un hombre lleno de distinción, pero el novelista lo desenmascara: se trata de un ser frívolo y vacío.
Estructura, tiempo y espacio: La estructura externa presenta dos partes: la primera, narrada mediante la técnica del tempo lento, se desarrolla en tres jornadas; la segunda ocupa un período de tres años. La obra presenta una estructura interna circular: comienza y concluye en el mismo lugar -la Catedral-, con los mismos personajes -don Fermín y Ana- y en las mismas circunstancias: una tarde de viento sur en el mes de octubre. La vida sigue en Vetusta como si nada hubiera ocurrido. La acción se desarrolla en Vetusta -Oviedo- durante los primeros años de la Restauración. Es contemporánea del momento en que se escribe y las referencias al tiempo histórico en el que se desarrolla son frecuentes. El caciquismo, el turnismo entre el partido conservador y el partido liberal, el anticlericalismo y el clericalismo como factores sociales extendidos, etcétera. Los espacios concretos en los que la acción se desenvuelve son: la Catedral, las casas de los Vegallana, el palacio de los Ozores y, en general, las calles vetustenses. Es importante el empleo de las técnicas narrativas: el flash back y el tempo lento en el que se adelanta a las innovaciones de Proust.
 Lengua y estilo: La Regenta revela a uno de los grandes prosistas españoles de todos los tiempos. Frente al desaliño de un Galdós -por ejemplo- Clarín pone un mayor cuidado en el estilo. Destacan su dominio de la ironía, recurso en el que se basa buena parte de la devastadora crítica de la novela, y la riqueza y la precisión del léxico empleado. Como es frecuente en la novela del Realismo, Clarín caracteriza a los. diferentes grupos humanos, sociales, etc., mediante sus formas de expresión y su utilización del lenguaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario